martes, 12 de enero de 2010

LA FAMILIA Y EL ADOLESCENTE

Todos sabemos que la etapa con hijos adolescentes en una familia suele ser una de las más difíciles dentro del ciclo vital propio de la familia. Todos hemos sido adolescentes y todos conocemos dicha realidad. ¿Quien no recuerda sus propios conflictos con su padre?.

La defensa de la privacidad, la autodeterminación por parte del adolescente chocan con el intento de los padres de seguir manteniendo las pautas de relación de la niñez, pues creo que el hijo adolescente también y a pesar de sus múltiples conflictos mantiene conductas que reflejan sus necesidades infantiles de protección y control por parte de sus padres.


En esta etapa las tareas parentales son difíciles. Los padres deben aceptar el crecimiento y desarrollo de su hijo y darle progresivamente las condiciones para que se desarrolle y pueda llegar a decidir personalmente su futuro no solo laboral, sino sexual y familiar.

Las opciones que el adolescente tomará podrán o no coincidir con las expectativas de los padres, lo que evidentemente producirá conflictos que para muchas familias son difíciles de manejar y aceptar. A veces los padres se cierran y adoptan una actitud controladora que retarda, a mi parecer, la independencia del joven adolescente y otras veces los padres adoptan una postura desinteresada que la manifiestan en una gran permisividad -lo que para mi implica consecuencias negativas para el desarrollo del adolescente-. Lo ideal sería que los padres supieran reaccionar apoyando a sus hijos adolescentes, manteniendo una comunicación abierta y dando las posibilidades emocionales y materiales para que el adolescente comience una vida independiente exitosa pero -siempre hay un pero- todos sabemos que dicha realidad es difícil porque la realidad nada tiene que ver con lo ideal porque es del todo cierto aquello de que "la realidad supera la ficción".


Durante esta relación entre la familia y la etapa de la adolescencia del hijo, éste va abandonando la seguridad de la dependencia infantil así que se rompe la imagen parental tan idealizada. En consecuencia, los padres deben aceptar que el hijo se va separando, compartiendo menos tiempo con la familia, teniendo su propia identidad que a veces no concuerda, como he dicho, con el ideal del padre.


Los padres se encuentran en que sus hijos crecen y para ellos es importante aprender a negociar pactos acerca de los tiempos, espacios, deberes, obligaciones, deseos, costumbres, vestimenta, lenguaje, etc. Y todos estos ajustes dependerán en cierto grado de la adaptabilidad de la organización familiar.


Su Ilustrísima Señoría Don Emilio Calatayud nos quiere hacer entender que con la imposición de medidas educacionales pueden lograrse grandes relaciones entre padres e hijos que eviten conflictos, pero es importante no olvidar que estamos hablando de un juez, que su trabajo es impartir justicia no educar y que sus medidas hacen referencia a niños, jóvenes y adolescentes que tiene una particularidad: son delincuentes; pero -siempre hay un pero- no todos los adolescentes son delincuentes y no todos los delincuentes son adolescentes.


Creo que no existen ni libros, ni instrucciones ni normas que nos permitan llevar con total normalidad una relación entre un padre y su hijo adolescente. El sentido común, la paciencia y la estima harán que pase esta etapa tan difícil de la mejor manera posible.


Las medidas de Don Emilio Calatayud pretender ser educativas y él mismo habla de reinserción pero yo me pregunto ¿cómo vamos a resinsertar a alguien que nunca ha estado insertado?.

Límites, prevención, toma de decisiones, control, toma de responsabilidades, valores ... todo ello fomenta Don Emilio Calatayud pero insisto de nuevo, estamos hablando de delincuentes no de jóvenes adolescentes en general.


Su Ilustrísima Señoría cree que los jóvenes de hoy día están demasiados mimados ("dámelo", "dámelo ya"), que exigen siempre el cumplimiento de sus derechos olvidando la mayoría de las veces sus obligaciones. Asimismo piensa en gran medida que la mayoría de los actos delictivos cometidos por menores adolescentes y no tan adolescentes son debidos a la mala educación de los padres. Creo en este punto hacer necesario una pequeña apreciación: la mayor parte de los menores que delinquen tiene problemas tanto de índole familiar como escolar por lo que defienden vehemente la lucha contra el fracaso escolar aún pensando que el sistema educativo es una porquería.


En definitiva, el Juez Calatayud cree que es mejor conciliar que judicializar, incluyendo en sus creencias reflejadas en medidas judiciales a los padres pues entiende que los padres alguna culpa tienen, que éstos paguen por los delitos de sus hijos para que les "riñan" cuando lleguen a casa antes de que vuelvan a cometer un delito similiar o no tan similar.

Que queréis que os diga, ni tanto ni tan poco. La realidad no es tan extremista.